





Muchos canales de riego están hechos sólo de tierra o el revestimiento de hormigón está roto. Los canales con fugas pierden cantidades sustanciales de agua, que por consiguiente no está disponible para el riego. Además, si se ven afectados por inundaciones y flujos de escombros, estos canales pueden romperse fácilmente y causar daños considerables.
Las comunidades y los usuarios de la tierra, junto con las autoridades de gestión del agua del distrito, eligieron las secciones que requerían refuerzo y revestimiento. Las obras se llevaron a cabo con el apoyo técnico y financiero de la GIZ, que proporcionó los ingenieros que guiaron las medidas de rehabilitación y financió la compra y el transporte de los materiales. Las comunidades y los usuarios de la tierra llevaron a cabo las obras a través del "hashar", el trabajo voluntario comunal conjunto.
Los canales de riego rehabilitados proporcionan un suministro de agua de riego seguro y estable, y evitan el anegamiento y la inundación de las tierras situadas junto a los canales. El mantenimiento posterior corre a cargo de las comunidades locales a través de sus mahalla (comités de aldea) y jamoats (estructura de autogobierno comunal a nivel de subdistrito).
La combinación de sólidos conocimientos de ingeniería y materiales adecuados -financiados por el donante- con la voluntad de los miembros de la comunidad y los usuarios de la tierra de contribuir con su tiempo en forma de trabajo voluntario hizo posible la solución.
La clave del éxito está en la combinación de buenos conocimientos de ingeniería y materiales adecuados con la aportación de trabajo de la población local. Una rehabilitación financiada y ejecutada totalmente desde el exterior no habría logrado la apropiación y el mantenimiento futuro. Por lo tanto, probablemente habría sido menos sostenible. Por otro lado, sin conocimientos externos de ingeniería ni suministro de materiales adecuados, las comunidades y los usuarios del terreno no habrían podido ejecutar las obras con buena calidad.