Demostrar la restauración in situ

Con la cofinanciación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, entre 2009 y 2011 se restauraron 22.397 ha de turberas degradadas. La restauración en estos 10 lugares ayudó a detener la emisión anual de unas 448.000 toneladas de CO2 procedentes de los incendios y la mineralización de las turberas, y a ahorrar al país decenas de millones de dólares en operaciones de extinción de incendios. Ya un año después de la rehabilitación, la mayoría de los lugares mostraban el resurgimiento de la vegetación típica de los humedales (principalmente comunidades de juncia) y su dominio sobre árboles y arbustos (fotos adjuntas). La densidad de aves acuáticas aumentó entre un 12% y un 16%. En los humedales recreados, los científicos registraron la presencia del carricerín cejudo (VU), el águila moteada (VU) y la aguja colinegra (NT), que figuran en la lista de la UICN, así como de otras especies de humedales que antes se habían perdido en estas zonas, como la agachadiza común, el escribano palustre, la avefría, el carricerín cejudo y el carricerín cejudo. El coste de la restauración (desde el diseño técnico hasta el restablecimiento del nivel del agua) ha sido de unos 50 dólares por hectárea. La restauración se ha llevado a cabo principalmente con materiales y mano de obra locales. Desde 2011, la restauración de turberas en otros lugares ha continuado sin ayuda de donantes externos.

- La adopción y aceptación de las normas técnicas mencionadas en el bloque anterior es importante para el éxito de la restauración sobre el terreno.

- La rehumidificación de las turberas mediante el cierre de los canales y zanjas de drenaje es una solución natural que constituye la única forma eficaz de hacer frente a los incendios de turba. El agua vuelve aunque parezca que ha desaparecido por completo de la turbera.