





Este elemento constituye la base del trabajo del Proyecto Yerba Mansa. Unas comunidades de plantas autóctonas sanas y diversas son fundamentales para el funcionamiento del ecosistema y las tradiciones culturales construidas sobre ellas. Nuestros voluntarios se dedican a la plantación y resiembra de especies comestibles y medicinales que han estado presentes históricamente y que también se consideran adaptables a las condiciones climáticas actuales y futuras, incluyendo temperaturas más altas y menos agua en el sistema ribereño. El trabajo de restauración también incluye mejoras del hábitat como la eliminación de la hierba invasora no autóctona ravenna(Saccharum ravennae) que impide el crecimiento y la reproducción de las especies autóctonas. Nuestro trabajo ha demostrado que la hierba ravenna puede eliminarse con éxito con herramientas manuales como palas y azadones y que, si se eliminan adecuadamente las raíces, las plantas no vuelven a brotar. Esto sirve de modelo para las agencias de gestión del territorio que deseen controlar las plantas no autóctonas del sotobosque a lo largo de las vías fluviales del Oeste americano, evitando al mismo tiempo el uso de agentes químicos. La combinación de eliminación de especies invasoras y restauración de plantas autóctonas ha demostrado su eficacia cuando se seleccionan las especies adecuadas tanto por su adaptación al clima como por su relevancia cultural.
Este elemento básico requiere la consideración de dos factores críticos. En primer lugar, debe existir un nivel mínimo de funciones del ecosistema para restaurar las especies vegetales autóctonas. En este caso, debe haber suficiente agua en los caudales de los arroyos y un nivel freático lo suficientemente alto como para que las plantas establecidas puedan acceder a él. En segundo lugar, las especies deben seleccionarse en función de su capacidad de adaptación a las predicciones de cambio climático para las próximas décadas. Éstas incluyen una escorrentía primaveral más temprana en los ríos, menos agua en el sistema debido al aumento de la evaporación y el uso económico, y temperaturas más altas.
Aprendimos a anticiparnos y adaptarnos a las condiciones ambientales que cambian inesperadamente y repercuten negativamente en la capacidad de supervivencia de las plantas. Por ejemplo, los castores derribaron árboles que proporcionaban una sombra crítica durante el establecimiento de nuevas plantas. En otro caso, nuestro paraje sufrió inundaciones "históricas" que anegaron las nuevas plantaciones seleccionadas para condiciones más cálidas y secas. Además, nuestro paraje es un espacio natural protegido dentro de un entorno urbano, por lo que recibe un elevado número de visitantes y sufre la degradación asociada a las excursiones fuera de los senderos y a los perros sin correa. Todas estas condiciones deben tenerse en cuenta, pues representan la naturaleza salvaje, el caos del cambio climático y las presiones del crecimiento demográfico.
Es probable que otros proyectos de restauración en distintos lugares se vean afectados por problemas similares, a los que se puede responder con flexibilidad. Para acomodar los árboles de sombra talados y el elevado uso por parte de los visitantes, ideamos una práctica consistente en recoger restos de plantas espinosas como la planta rodadora(Salsola tragus) y el olivo ruso(Elaeagnus angustifolia) y colocarlos encima o alrededor de las plantas establecidas para proporcionar sombra y disuadir a los excursionistas y perros de caminar por la zona.