
Restauración hidrológica en turberas drenadas

Las turberas suelen ser drenadas por zanjas y arroyos en función de la agricultura, lo que provoca la degradación de los ecosistemas, enormes emisiones de CO2 y la pérdida de biodiversidad. Para recuperar estos raros e importantes ecosistemas es necesaria la restauración, siempre que la calidad del agua sea suficiente. La restauración puede ser sencilla y barata: Hay que cerrar las zanjas locales dentro de los terrenos y los arroyos más grandes, que todavía necesitan transportar algo de agua, deben volver a nivelarse hasta unos 20 cm por debajo del nivel del suelo. Para asegurarse de que la zona no se inundará, es necesario realizar un estudio o simulación del efecto utilizando sacos de arena para estimar el impacto de la nivelación. Las presas en los arroyos no son favorables debido a su efecto desecante hasta 30 m de distancia.
Debería utilizarse sustrato local para cerrar estas zanjas, de modo que se mantenga una capa homogénea de turba. A menudo, las orillas de los arroyos están poco elevadas. Si este es el caso, se utilizan para rellenar los arroyos. Si no, se puede raspar una pequeña capa de 10 cm de profundidad de los terrenos adyacentes. Para ello, se pueden utilizar pequeñas excavadoras con una cuchara lisa.
Impactos
La rehumectación dará lugar a una enorme reducción de las emisiones de CO2 de las turberas (estimadas aproximadamente en 1200 toneladas de CO2/año/100ha), aunque tardará algún tiempo en asentarse. Cuando los niveles freáticos sean más altos, la capa de turba podrá recuperar su función de amortiguación del agua, lo que beneficiará tanto al clima como a la biodiversidad. Una capa de turba intacta puede amortiguar los impredecibles fenómenos climáticos derivados del cambio climático. Las sequías graves pueden amortiguarse gracias a la disponibilidad de agua en los suelos de turba. Además, las lluvias torrenciales pueden amortiguarse, ya que el agua será absorbida por los esponjosos suelos de turba. Esto evita grandes inundaciones río abajo cuando los ríos se desbordan. El agua absorbida por los suelos de turba se liberará gradualmente. Esta solución específica pretende restaurar el ecosistema. En el mejor de los casos, si se consigue restaurar toda la zona, no será necesaria la intervención humana ni la gestión del agua en el futuro. De este modo, el sistema podrá autorregularse y recuperar sus servicios ecosistémicos. Lo ideal sería que, en algunos años, si el nivel freático es lo suficientemente estable, pueda ponerse en marcha la formación activa de turba. Entonces, el CO2 no sólo se conservaría en el suelo de turba y se evitaría que entrara en la atmósfera, sino que podría extraerse activamente de la atmósfera hacia la capa de turba con una eficacia 10 veces superior a la del secuestro de carbono en los bosques.