Si bien todos los participantes entraban en un programa de capacitación, los ganadores se ganaban un viaje extraordinario a La Antártida, para lo cual también tenían que preparar su mente y su cuerpo.
En ese viaje también aprendían tanto de los científicos que llevan a cabo trabajos de monitoreo en la estación climática, como del sitio. Ahí veían cómo todo está conectado y que sus proyectos locales tenían un impacto en el clima a nivel global.
1) Financiamiento: cada expedición requería recursos financieros que se gestionan a través de empresas que patrocinaban el programa.
2) Acuerdos con científicos o administradores de las Áreas naturales protegidas. Los sitios visitados no están abiertos al público, por lo que visitarlos implicaba una gestión para lograr los permisos adecuados.
Es muy caro llevarlos a la Antártida y sólo es posible llevar a muy pocos equipos. Por eso se empezaron a premiar a más equipos, llevándolos a otras áreas naturales protegidas, cerradas a la visita masiva, en donde más niños pudieran tener una experiencia de aprendizaje y más niños fueran seleccionados como ganadores.