En otras partes del mundo se han llevado a cabo evaluaciones de las poblaciones de pepinos de mar, pero las especies objetivo, las profundidades y los requisitos logísticos eran diferentes. En nuestro caso, era imperativo reelaborar el protocolo inicial para que se adaptara mejor al terreno, fuera más realista y más eficaz.
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Familiarizarse con las características específicas del lugar de estudio (profundidad, exposición, etc.).
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Dominar las características de los distintos métodos de recogida de datos.
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Adaptar el protocolo a las realidades del terreno y a las necesidades científicas.
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Elaborar un cuadro de "Ventajas e inconvenientes" para cada método.
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Comparar los métodos simultáneamente en el mismo lugar.
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Realizar la comparación en lugares con características diferentes (zonas geomorfológicas).
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Elegir un "lugar de control" en el que se haya confirmado la presencia de holoturias.
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Realizar inmersiones de reconocimiento en los lugares seleccionados.
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Probar el equipo.
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Realizar simulaciones en lugares representativos de las zonas geomorfológicas que se van a estudiar.
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Enumerar la profundidad de todos los sitios.
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Evaluar todos los riesgos posibles.
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Dar prioridad a la seguridad de los buceadores.
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Disponer de una amplia red de buceadores profesionales.
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Planificar con antelación.
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Planificar días de recuperación en caso de aplazamiento debido a circunstancias imprevistas (problema técnico, mal tiempo, buceador no disponible).