

El bosque natural de manglares y la vegetación costera de la zona del proyecto se han degradado gravemente en los últimos años debido al uso insostenible por parte de los miembros de la comunidad, unido al impacto adverso de aspectos del cambio climático. Esta degradación ha aumentado la vulnerabilidad de las comunidades costeras a los efectos del cambio climático, como huracanes, mareas tormentosas e inundaciones costeras. Además, la vegetación costera (no manglar) era escasa, lo que disminuía la estabilidad de la zona costera (playa).
La replantación de especies de manglares mejora la salud de la zona de manglares y sus servicios ecosistémicos con respecto a la protección costera, así como la provisión de hábitats para diversas especies de flora y fauna.
Dado que las especies no manglares pero tolerantes a la sal son necesarias para la estabilidad general de la playa y la salud de la zona costera, es fundamental contar con una fuente de especies (preferiblemente locales) para utilizar en la revegetación. Esto requiere el apoyo de agencias/ONG que puedan proporcionar la ayuda pertinente. También es necesario capacitar a los miembros de la comunidad en el proceso de revegetación. De este modo, podrán continuar el proceso por sí mismos, lo que redundará en la sostenibilidad a largo plazo de las medidas.
En la restauración/replantación de la vegetación, es importante tener un conocimiento práctico de la dinámica del entorno circundante. Hay que tener en cuenta las posibles pérdidas debidas a la acción de las olas, así como la posibilidad de que la pérdida sea escasa o nula si las plantas están menos expuestas a los efectos erosivos del mar. La mayor pérdida de vegetación se produjo en las secciones del manglar más cercanas a la orilla, donde la gran energía de las olas provocó una pérdida del 100% de las plántulas. En cambio, las que se plantaron más alejadas de la costa crecieron con éxito en más de un 90%. A efectos de reproducción, si se decide revegetar la zona costera, las plántulas deberían plantarse en material como el bambú, que puede ser lo bastante resistente como para soportar la energía de las olas. Además, la concienciación de la comunidad es crucial para limitar la destrucción accidental de las plantas.