Zonas marinas gestionadas localmente

Las Áreas Marinas Localmente Gestionadas (LMMA) son zonas gestionadas por las comunidades costeras para ayudar a proteger la pesca y salvaguardar la biodiversidad. Mediante el uso de Dina -leyes consuetudinarias reconocidas por el Gobierno de Madagascar-, las comunidades asociadas han diseñado normas eficaces que pueden aplicarse localmente para prohibir prácticas pesqueras destructivas, proteger especies amenazadas y designar zonas marinas prioritarias para su protección. Para garantizar la sostenibilidad financiera a largo plazo de las zonas marinas protegidas, se han desarrollado diversos mecanismos, como programas de ecoturismo marino, sistemas de incentivos para la cadena de suministro de productos del mar, certificaciones ecológicas para la pesca sostenible y pagos por servicios ecosistémicos. Velondriake es la primera ZMVM de Madagascar en la que representantes electos de 25 pueblos han puesto en marcha un plan de gestión que incluye reservas permanentes, vedas temporales de la pesca del pulpo, acuicultura comunitaria de algas y pepinos de mar, todo ello regulado mediante una serie de normas elaboradas y aplicadas localmente (Dina). El Gobierno de Madagascar concedió el estatus de protección preliminar en 2010 y el estatus de protección definitiva se adquirió con éxito en 2015.

La motivación comunitaria para crear zonas marinas protegidas se ha establecido a través de vedas temporales de la pesca del pulpo, que aumentan los desembarques de pulpo y los ingresos de los pescadores. La base jurídica de las zonas marinas protegidas es el derecho consuetudinario Dina, reconocido por el Gobierno, con marcos adicionales que permiten designarlas formalmente como zonas protegidas gestionadas por la comunidad. La gestión comunitaria eficaz cuenta con el apoyo de la red nacional de LMMA de Madagascar, que facilita intercambios y foros para compartir experiencias.

La gestión de la pesca y los recursos marinos funciona mejor cuando la responsabilidad recae en las comunidades locales. Esto es especialmente cierto en los países de renta baja, donde la capacidad y la infraestructura para la gestión de la pesca y la conservación marina suelen ser limitadas. Nuestra experiencia en Madagascar ha demostrado que el aprendizaje entre iguales es una herramienta muy eficaz para crear capacidad local y confianza en la conservación marina.