Ecoarquitectura y ecooperaciones

Para garantizar que las operaciones turísticas en la AMP no dañen el ecosistema circundante, CHICOP se ha comprometido desde el principio a realizar operaciones e infraestructuras ecológicamente sostenibles. Todos los edificios de la isla (7 bungalows para visitantes, un centro de visitantes y las dependencias del personal) tienen un sistema de captación de agua de lluvia para las duchas y el agua del grifo, que se calienta con energía solar; un sistema vegetativo de filtración de aguas grises para la gestión de las aguas residuales; generación de energía fotovoltaica e inodoros de compostaje. No se necesitan aparatos de aire acondicionado ni otros refrigerantes porque los bungalows están situados de forma que los vientos coincidan con las direcciones estacionales predominantes. Los residuos orgánicos se convierten en abono y se reutilizan en los retretes de compostaje. Los residuos no orgánicos se reducen en origen (no se adquieren bolsas de plástico / uso de envases rellenables, etc.), y todos los productos de desecho que son reutilizables (como tarros, botellas) se utilizan en la propia casa o se decoran y venden como artesanía. Los pocos residuos que quedan se retiran de la isla. Los huéspedes utilizan linternas solares por la noche para evitar la contaminación lumínica, y todos los edificios están alejados de la playa, situados al menos 4 metros por encima de la marca de pleamar para evitar posibles daños por las mareas tormentosas y la erosión costera.

  • La aparición de ecotecnologías en el mercado cuando Chumbe se estaba estableciendo, y el apoyo a la importación de elementos tecnológicos avanzados (paneles fotovoltaicos).
  • La ecoarquitectura como campo nuevo: la voluntad de un experto que concibió el diseño de Chumbe, combinada con la apertura de Chumbe a experimentar con la nueva arquitectura, dio como resultado el ecoalbergue de Chumbe.
  • Los esfuerzos de los artesanos y constructores locales por adoptar y aprender nuevos conceptos y técnicas.
  • Aprendiendo y adaptándose en el camino.

La mayoría de los sistemas han funcionado bien en todo momento, sin embargo, se encontraron los siguientes retos:

  • Las ecotecnologías no sólo eran desconocidas para los constructores locales, sino que además se disponía de poca experiencia sobre su funcionamiento en las condiciones de las islas tropicales, lo que exigía planteamientos creativos basados en soluciones para los problemas de mantenimiento a lo largo del tiempo.
  • Entre 1994 y 1997, Zanzíbar sufrió una crisis energética que provocó escasez de combustible y cemento en el mercado local. Esto complicó el proceso de construcción y contribuyó a enormes retrasos. Las operaciones de construcción duraron en total más de cuatro años, en lugar del año previsto inicialmente. Como consecuencia, los costes de inversión se dispararon y hubo que ajustar la estructura de precios para apuntar más al mercado.
  • Algunas tecnologías, en particular la fotovoltaica y la filtración vegetativa de aguas grises, resultaron difíciles de utilizar y mantener y necesitaron varias intervenciones de expertos.