Restauración colaborativa del ecosistema de páramo
La liberación de áreas dentro del Santuario que se usaban para ganadería, en el marco de la firma de los acuerdos de conservación con los campesinos, para disminuir la presión sobre el Páramo, fue el primer paso en el proceso de recuperación de este importante ecosistema, el cual ofrece servicios ecosistémicos vitales para el territorio como el abastecimiento de recurso hídrico, regulación hídrica, purificación, captura de carbono y la provisión de hábitat, además de ser una zona que se caracteriza por ser un corredor de diversas especies de fauna, riqueza en diversidad de flora y presencia de endemismos.
En ese sentido, esta iniciativa de restauración ayuda a garantizar que las comunidades locales puedan continuar gozando de los beneficios que ofrece y a su vez se obtiene conocimiento sobre la propagación y manejo de especies de alta montaña.
Así, el Santuario le apuesta a la conservación, restauración y manejo sostenible del ecosistema de la mano de aliados estratégicos como las autoridades ambientales regionales, organizaciones no gubernamentales, comunidades locales, entidades públicas y empresa privada.
- Comunidades locales dispuestas a vincularse en las acciones propuestas por el Santuario para la conservación del páramo.
- Capacidad de gestión y sensibilidad frente a los aspectos socioculturales por parte del equipo del Santuario, para lograr establecer canales de diálogo y confianza con los actores institucionales y comunitarios.
- Equipo de trabajo con conocimiento sobre restauración en páramos.
-Integración de acciones de restauración que ayuden a prevenir y mitigar las presiones por uso.
- La información de investigación y monitoreo es clave en la implementación de acciones de prevención y mitigación de presiones que impacten ecosistemas estratégicos como los páramos.
Grupo de participantes en la Escuela de Campo Agroecología El Nogal.
GIZ/Fabiola Budde
Jóvenes se capacitan en técnicas de producción sostenibles.
GIZ/Fabiola Budde
Las participantes analizan acerca de la importancia de la agricultura orgánica para la reserva de biosfera.
GIZ/Fabiola Budde
La Escuela de Campo Agroecología El Nogal, surgió como una necesidad de crear un espacio en donde las mujeres aprenden y conocen acerca de las buenas prácticas implementadas por sus propietarias, pero, sobre todo para que se empoderen en técnicas de producción agroecológicas que les permita pasar del modelo convencional de producción agroquímico por uno más amigable y sostenible. El Nogal forma parte del grupo de Fincas Modelo que PROCAMBIO impulsó en la reserva de biosfera, las cuales son una unidad productiva que integra buenas prácticas agrícolas (BPA), en donde la familia produce una diversidad de productos agropecuarios, forestales y energéticos para satisfacer necesidades básicas, promoviendo a la vez, el desarrollo sostenible y aplicando medidas de adaptación al cambio climático.
Crear un centro de formación agroecológica en donde mujeres puedan capacitarse en temas de agroecología, resiliencia ambiental y cambio climático, entre otros.
Implementar un modelo de formación para aprender en la práctica, sobre abonos orgánicos, biofoliares, recuperación del suelo, semillas criollas y otros.
El liderazgo de las propietarias de la Escuela de Agroecología ha inspirado a estudiantes, productoras, técnicas de otras organizaciones, a ser agentes de cambio en una reserva de biosfera más participativa y sostenible.
Crear espacios de aprendizaje, permite empoderar a las mujeres en temas de conservación y producción agroecológica, así como a involucrarse en el desarrollo sostenible de sus comunidades.
Los procesos de formación no solo generan competencias en las participantes, sino también autoconfianza y habilidades agroempresariales.
Las Fincas Modelo pueden ser utilizadas como centros de transferencia de metodologías de producción con medidas de adaptación al cambio climático, como protección del suelo, la diversificación de cultivos, integración de sistemas agroforestales, la producción agrícola sin uso de agroquímicos, la producción de abonos orgánicos, entre otras medidas de adaptación.
Grupo de participantes en taller de preparación de abonos orgánicos
GIZ/Fabiola Budde
Mujeres elaboran abonos orgánicos sólidos para ser aplicados en diferentes cultivos.
GIZ/Fabiola Budde
Es importante reconocer el papel fundamental de la mujer en la agricultura y el desarrollo rural, por ser las responsables de la producción de alimentos y la seguridad alimentaria de sus hogares. Sin embargo, a menudo enfrentan desafíos y desigualdades en el acceso a recursos, a conocimientos y oportunidades económicas. Ante esta realidad, PROCAMBIO adoptó una estrategia de transversalización de género que promoviera el fortalecimiento de capacidades en diversos temas a todos los miembros de la familia, a fin de garantizar la participación de las mujeres en prácticas agroecológicas y proporcionar herramientas para contribuir con sus medios de vida de manera sostenible y con su empoderamiento.
Se promovió el conocimiento y la aplicación de prácticas de agricultura orgánica en talleres y diplomados.
Se organizaron talleres sobre la producción de hongos, como alternativa para la generación de ingresos de manera sostenible.
Se establecieron escuelas de campo agroecológicas para la formación de mujeres, como espacios de aprendizaje y generación de medios de vida en armonía con el medio ambiente.
Pese a que las mujeres son responsables de los huertos familiares, los patrones culturales limitan su participación en procesos de formación, por tanto, los proyectos deben de orientar lineamientos que fomenten su inclusión a fin de brindar herramientas y conocimientos en alternativas de producción más sostenibles dirigidos a las mujeres.
La participación de la mujer es importante en la agricultura y genera orgullo y satisfacción personal entre las productoras, además promueven la participación de las jóvenes, como parte del relevo generacional en la reserva de biosfera.
La agroecología promueve una producción segura para el consumo, implementa sistemas de producción ecológicamente equilibrados, socialmente justos y económicamente viables y se basa en el conocimiento y la valorización de los procesos naturales mediante el uso de prácticas orgánicas y sostenibles que contribuyen a disminuir los impactos del cambio climático.
Juramentación de la junta directiva de la Red de Mujeres.
GIZ/Fabiola Budde
Encuentro de Mujeres Indígenas.
GIZ/Fabiola Budde
La Red de Mujeres de la Reserva de Biosfera Cacique Lempira Señor de las Montañas (RBCLSM) surgió como una necesidad por parte de un grupo de mujeres lideres y técnicas de las Oficinas Municipales de la Mujer (OMM) para el involucramiento de las mujeres en la gestión de la reserva de biosfera. Funciona como un órgano operativo del Comité de Gestión Local de la reserva de biosfera, al desarrollar actividades que empoderan y vinculan a las mujeres en la gestión de los recursos naturales y la sostenibilidad. Otro de los atributos de la red, es fortalecer no solo al equipo técnico de las municipalidades en temas de reservas de biosfera, cambio climático y su vinculación con sus derechos como mujeres, sino también a grupos de mujeres organizadas por las OMM del territorio.
Mayor incidencia en eventos, talleres y encuentros que contribuyen a la formación en temas que afectan a las mujeres, como la migración por efectos del cambio climático, así como en gestión de las reservas de biosfera, mujeres indígenas y biodiversidad, entre otros.
Creación de una revista digital para promover los emprendimientos liderados por mujeres de la reserva de biosfera.
La red ha contribuido al fortalecimiento del liderazgo de las jóvenes como parte del relevo generacional, para que asuman posiciones de mando en la gestión de la reserva de biosfera.
Crear espacios de formación para las mujeres, permite que puedan involucrarse en la producción agroalimentaria y que contribuyan con la generación de ingresos familiares.
Involucrar a las mujeres dentro de las diferentes organizaciones locales, permite que las mujeres se inserten y participen con voz y voto en espacios que, por el contexto histórico han sido muy masculinos.
Revalorizar los saberes ancestrales de las mujeres indígenas, quienes participan no solo en el cuidado de las familias, sino también en el cuidado de los bienes comunes, es decir del agua, el suelo y la biodiversidad.