Voluntariado en diferentes actividades de educación medioambiental

El voluntariado ha sido una buena forma de crear equipos y, sobre todo, de implicar a la población local en los esfuerzos medioambientales en dos zonas protegidas. Nos hemos beneficiado de la necesidad de que los estudiantes universitarios realicen actividades extraescolares para completar sus cursos para atraer voluntarios. También hemos desarrollado una asociación con una ONG para captar voluntarios en centros urbanos para llevar a cabo actividades específicas. Los voluntarios son designados para proyectos en escuelas, comunidades y sedes.
Contexto
Défis à relever
Falta de concienciación, presupuesto y personal limitados Estas áreas protegidas federales están situadas en la región metropolitana de Río de Janeiro, que cuenta con 12 millones de habitantes. Por ello, la tarea de proteger los manglares y las aguas de la bahía de Guanabara es ardua, y la dotación de personal y el presupuesto gubernamental son limitados. El conocimiento y la concienciación locales sobre la importancia de la zona no están muy extendidos. Además, el voluntariado no es muy común en Brasil.
Ubicación
Procesar
Resumen del proceso
Brasil es un país que acaba de alcanzar el nivel de renta media. El presupuesto público para la implantación de áreas protegidas sigue siendo bajo, pero debido al aumento de las oportunidades educativas, la cultura del voluntariado se ha hecho más habitual. En las dos últimas décadas se ha creado un marco jurídico para el voluntariado. El Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio) lanzó su programa de voluntariado en 2009, reconociendo la importancia del trabajo voluntario. Sin embargo, como la sede del área protegida se encuentra en una región de bajos ingresos y lejos de los centros urbanos, es difícil atraer a personas para el voluntariado. Así, aprovechando la oportunidad de que muchos colegios y universidades exigen a sus estudiantes que realicen actividades extracurriculares para obtener su título, hemos recibido a muchos estudiantes para desarrollar actividades de voluntariado cualificado. Estas actividades son una forma importante de dar a conocer la importancia de esta zona protegida y sus ecosistemas. Además, son un canal de comunicación con la población local. Otro componente que contribuye es la promoción de la asociación con ONG para organizar y financiar actividades para voluntarios urbanos. Gracias a esta iniciativa, más que sensibilizar, podemos atraer a voluntarios cualificados.
Bloques de construcción
Institucionalización del programa de voluntariado
Factores facilitadores
Lección aprendida
Recursos
Atraer a estudiantes universitarios
Factores facilitadores
Lección aprendida
Recursos
Proyectos en las escuelas
Factores facilitadores
Lección aprendida
Proyectos en comunidades locales
Factores facilitadores
Lección aprendida
Actos abiertos con actividades medioambientales
Factores facilitadores
Lección aprendida
Crear materiales y promover medios de comunicación
Factores facilitadores
Lección aprendida
Impactos
A través de diferentes acciones en las que han participado voluntarios se han producido algunos impactos importantes: una mejor relación con la población local y una mayor concienciación pública sobre la importancia de estas áreas protegidas para la conservación de los manglares. Estos impactos se evidencian en algunos resultados del proyecto como: - Contacto con 25 escuelas de los alrededores de estas áreas protegidas, que comprenden alrededor de 4.000 alumnos desde preescolar hasta bachillerato. Uno de los resultados de estas actividades escolares fue el aumento de la autoestima y el reconocimiento de la importancia de los manglares entre los niños y adolescentes locales que tendían a considerarlos sucios y apestosos. - Los voluntarios también han enseñado a los alumnos a escribir y desarrollar sus propios proyectos, lo que se ha traducido en el surgimiento de una ciudadanía joven y en la mejora de la calidad de vida de la población local. - Otro resultado fue la implicación de la población urbana a través de una experiencia de un día de trabajo en la naturaleza que incluía la recuperación forestal de las riberas de los ríos. Además de concienciarles sobre el medio ambiente, un efecto indirecto fue atraer a profesionales cualificados para desarrollar voluntariamente otros proyectos para los que no había presupuesto público.
Beneficiarios
naturaleza, alumnos de escuelas locales, voluntarios, población local, profesores
Historia
Criada en una familia rural, Maria Lidia Novaes Correa tuvo que empezar a trabajar pronto. Para mantener a su familia, trabajó durante más de 15 años cocinando en restaurantes. Cuando sus hijos crecieron y la necesidad económica disminuyó, decidió perseguir sus sueños: estudiar y trabajar en el área medioambiental. Terminó el bachillerato a los 46 años y luego hizo varios cursos técnicos. Siete años más tarde fue admitida en dos universidades, en cursos de licenciatura en gestión medioambiental y biología. A los 54 años, oyó hablar del programa de voluntariado del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio) y se interesó por ser voluntaria en el Área de Protección Ambiental Guapi-Mirim y en la Estación Ecológica Guanabara, porque había pasado su infancia en la región. Incluso tardando dos horas en llegar a la oficina, trabajó como voluntaria en estas áreas protegidas durante unos 18 meses, una vez a la semana, manteniendo los viveros de plantas y organizando algunos actos públicos. Por iniciativa propia, orientó y construyó un sistema de lombricompostaje con la ayuda de otra voluntaria. Desde entonces, todas las cáscaras crudas de frutas y verduras del almuerzo de empleados y voluntarios se depositan allí, y el abono se utiliza en el huerto ecológico de la sede, que es una atracción para los visitantes. Uno de los empleados de mantenimiento aprendió la importancia y la forma de hacer el sistema, y ha dado conferencias sobre el tema. Hace unos meses, Correa fue invitado por una escuela primaria de la región a desarrollar un huerto con los alumnos. Esta escuela, una de aquellas en las que los voluntarios llevan a cabo el proyecto "El área protegida ambiental Guapi-Mirim va a la escuela", está situada en una región muy pobre. Muchos de los alumnos de la escuela tienen una estructura familiar frágil. Dice que cuando ella llegó muchos alumnos huían de la escuela en los ratos libres, y que ahora la mayoría de ellos está muy implicada en las actividades de jardinería. Aunque Maria Lidia ya no puede venir todas las semanas, a menudo la invitamos para colaborar en otros proyectos. Según ella, "fue una gran oportunidad para aprender más sobre las zonas protegidas y cómo se gestionan. También fue significativo darme cuenta de que mis conocimientos eran importantes para los demás y para el medio ambiente. La experiencia de voluntariado también fue relevante para mis estudios académicos".