

Para obtener rendimientos frutales de buena calidad y permitir a largo plazo la asociación de la fruticultura con la producción de hortalizas o forrajes, es vital una formación óptima de los árboles frutales. Desde el principio de su ciclo de vida, los árboles frutales deben formarse mediante poda, atado y extendido de ramas. Para formar árboles estables y ligeros, deben diferenciarse claramente el esqueleto y las ramas frutales. En las últimas fases de su ciclo vital, la poda de mantenimiento sirve para eliminar las ramas frutales superfluas, los brotes y la madera muerta. Esto permite que la luz del sol penetre en el interior del árbol, ofreciendo las condiciones para producir frutos más grandes y con mejor sabor. Cuando los árboles frutales se vuelven muy altos y la calidad de la fruta decae, pueden rejuvenecerse mediante una poda de rehabilitación. Una poda adecuada también puede prevenir plagas y enfermedades, ya que garantiza que los árboles no sean demasiado densos y que el viento pueda pasar a través de ellos. En consecuencia, la superficie de las hojas se secará rápidamente tras la lluvia o el rocío y no germinarán las esporas de enfermedades como el oídio.
Un huerto ejemplar con árboles podados adecuadamente que producen fruta de alta calidad sirve de motivación para que los agricultores reproduzcan esta técnica aparentemente fácil, pero muy importante. Los pequeños incentivos, como tijeras de poda y serruchos distribuidos durante las partes prácticas de las sesiones de formación, también han resultado muy motivadores.
La mayoría de los agricultores de Tayikistán carecen de conocimientos sobre la poda adecuada, razón por la cual la cantidad y la calidad de la producción de fruta, así como de los cultivos asociados, están por debajo de su potencial. La experiencia demuestra que una sola ronda de formación puede no ser suficiente para que los agricultores adopten técnicas de poda adecuadas.