A medida que la asociación público-privada mejoraba los planteamientos de conservación, se hizo evidente que los retos a los que se enfrentaba el sitio se veían afectados por su contexto más amplio. Era vital reconocer la zona del Vesubio y la dinámica socioeconómica más amplia como fuente de oportunidades, no de amenazas, que podían reforzar la gestión del sitio. El patrimonio se consideraba cada vez más una responsabilidad compartida.
Una iniciativa clave fue el Centro de Herculano, una asociación sin ánimo de lucro fundada por la autoridad encargada del patrimonio, el ayuntamiento y un instituto de investigación para consolidar una red de socios locales, nacionales e internacionales. Durante 5 años, puso en marcha un programa de actividades centrado en estimular nuevos tipos de implicación en el patrimonio herculano. Se mejoró la capacidad de trabajar con otros dentro de las instituciones y la sociedad civil a través de redes de investigación, proyectos comunitarios y diversos entornos de aprendizaje.
La confianza de los socios locales creó unas condiciones, inimaginables diez años antes, para la regeneración de un barrio urbano difícil adyacente al yacimiento arqueológico conocido como Via Mare.
Una vez concluido el programa del Centro, esta tradición de cooperación ha sido llevada adelante por la nueva autoridad del patrimonio de Herculano, con el apoyo de la fundación Packard y otros socios.
Muchas iniciativas, como el Centro y Via Mare, se basaron en los primeros esfuerzos de los miembros del equipo del Proyecto de Conservación de Herculano. Los resultados positivos de la vinculación con iniciativas locales en curso y la creación de puentes entre realidades que operaban por separado empezaron a dar forma a estrategias a largo plazo para la gestión del yacimiento y el entorno.
A partir de 2004, una serie de reformas de la legislación italiana han creado más oportunidades para que las autoridades encargadas del patrimonio público, tradicionalmente rígidas y cerradas, colaboren eficazmente con otras.